
de miedo y horror se nublo mi mente,
las memorias de una maldición destinada
empezaban a descender en forma de hiel y fuego desgarrando mis venas.
Perturbada. Llena del vacío que mis propias heridas me provocaban,
el dolor de miles de palabras arrojadas al abismo de una inocencia perdida.
... Y la oscuridad empezó a saciarse de lo que una vez pareció ser felicidad.
Suplicas congeladas en el tiempo,
huellas que a cada paso se borraban,
ya no había salida... Toda esperanza había muerto...
Bajo el abrigo de los espectros del pasado,
un nuevo descenso había iniciado..
Quizá era el día de hacer reales tantas pesadillas,
una vida terminada,
el dulce y extraño sabor de una muerte anhelada..